El obispo de Guadix, Ginés García, considera que detrás de los ataques que sufre el catolicismo en la comunidad autónoma se esconden la inquina y la estrategia, pero advierte al laicismo de que, a pesar de sus intentos, «Andalucía sigue siendo la tierra de María Santísima».
– Para desterrar al católico del ámbito público el laicismo arguye que la fe es una cuestión íntima, pero ¿puede ser personal una religión sustentada en el amor al prójimo?
– La fe por esencia no puede ser cuestión íntima, en el sentido de sólo para ti y tu provecho. Y mucho menos la fe cristiana que se basa en la Encarnación del Hijo de Dios. Dios se hace hombre para mostrarnos el verdadero rostro de la humanidad que es camino de salvación. Es una fe que sale, que ama, que se entrega. El cristiano encuentra a Dios en el otro, porque Dios es amor. La fe cristiana transforma al hombre y transforma al mundo en el que hombre vive, lo contrario sería un sucedáneo.
– Una de las críticas recurrentes contra el catolicismo es que es una religión que no se ha adaptado a los tiempos, que son los que marca en cada época la juventud. Sin embargo, los católicos somos seguidores de Jesús, un treintañero. ¿Hay una percepción equivocada en quienes nos juzga? ¿O es que analizan desde el cliché?
– El cristianismo es Cristo, y Cristo es eterna novedad. ¿Qué es adaptarse a los tiempos? ¿Vivir a la moda? Pues así el cristianismo sería tan efímero como la moda. Otra cosa es vivir la fe en el hoy y hacerla compresible y cercana al hombre de hoy. No obstante, estas críticas son una llamada a la conversión por nuestra parte, a ser más auténticos y coherentes.
– La alegría es consustancial al católico. ¿A qué viene, entonces, esa seriedad en las misas? Para que se les note la felicidad ¿no deberían los fieles considerar que el Cáliz es la copa de espera de los invitados al banquete celestial?
– Es propio de un Occidente que ha envejecido. No es así en todos los lugares donde está implantada la Iglesia. Nuestras celebraciones han de ser alegres y gozosas con la alegría que nace del encuentro con el Señor. Una celebración puede ser sencilla y solemne al mismo tiempo y transmitir alegría. Para llegar hasta aquí tendremos que saber de verdad lo que celebramos.
– ¿Quién cree que la presencia de Dios coarta su libertad es porque no ha tenido el gusto de hablar con Él sobre los yugos que aprisionan al hombre?
– Es cierto, conocer a Dios es gustar de la libertad que nos capacita para liberarnos de los yugos que verdaderamente nos esclavizan. Dios es luz, es libertad. Muchas de las esclavitudes que oprimen al hombre de hoy son la consecuencia de una ausencia de Dios. La oración es signo y camino de libertad; quien ora es más libre.
– Ya casi nadie llama a Andalucía tierra de María Santísima. En un ambulatorio sevillano han ordenado retirar los crucifijos. Y una plataforma exige que la Catedral de Córdoba sea gestionada por la Junta. Todo esto ¿es inquina o es estrategia?
– Pues, incluso, pueden ser ambas. Pero es mejor no juzgar estas actitudes que son más propias de ámbitos selectos que del pueblo. Lo que nos corresponde a nosotros los católicos es vivir lo que creemos y según lo creemos. Es propio de una sociedad libre y democrática respetar la fe de todos. Y no como mera tolerancia o concesión de los poderes establecidos, sino como un derecho inalienable. ¿Acaso no forma parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos? Sin embargo, y volviendo a la pregunta, a pesar de estos intentos, Andalucía sigue siendo la tierra de María Santísima.
– Guerras, desastres, pero también caridad. Que el mundo, a pesar de todo, siga en pie ¿se debe a que el bien nunca descansa?
– El mal es muy escandaloso y nos engaña, pero el bien es más fuerte y tendrá la última palabra. El bien no hace muchos ruido pero está ahí, crece a pesar de las dificultades. Es sencillo como una palabra, un gesto, una caricia, una sonrisa, una escucha… El bien es humilde. El mundo, a pesar de falsas apariencias, lo mueve y lo hace progresar la caridad; los hombres y mujeres que cada día viven el amor a los demás mediante la entrega de sí mismos. El bien no se rinde. Es amor. Tenemos, afortunadamente, muchos testimonios del bien que nos impulsan cada día a seguir adelante.
Vivir para Cristo
«Mihi vivire Christus est» (Para mí la vida es Cristo). El lema episcopal del obispo de Guadix, Ginés García Beltrán, es un carpe diem teologal que aclara que este almeriense de 55 años es un apasionado del día a día porque le permite dedicarlo a Dios. Además de su vocación de servicio, es relevante su itinerario pastoral, que enlaza sus primeros pasos como sacerdote en la parroquia de Santa María, de Mojácar, con la prelatura accitana y con las presidencias de la comisión de medios de comunicación social de la Conferencia Episcopal y de la fundación Pablo VI. También es consiliario nacional de la Asociación Católica de Propagandistas.
García Beltrán, que cursó estudios el seminario mayor de Almería y se graduó en la facultad de teología de Granada, está muy unido a ambas provincias. Tanto que Huércal Overa, el pueblo en el que se crió, le nombró hijo adoptivo el 10 de abril de 2010, apenas un par de meses después de que fuera consagrado como obispo en una misa oficiada por el nuncio apostólico en España, Renzo Fratini.